Que tosan las motos,
enrabietadas,
colmadas de carburante odio
sobre los acantilados de Ítaca.
Que truenen los motores
asomados
al mar oscuro,
al obeso mar indolente
que azota
con calma salvaje
las playas de Ítaca.
Que raspen,
que sierren
las ruedas
la tierra negra suelta
en la sandalia
de los pinos.
Que los turistas hagan fotos
a las vueltas de campana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario