Pese al descalabro,
pese al agua epiléptica
de los grifos.
Y al pelo sin pasaporte
ni andamiaje.
Pese a todo,
hoy podría ser un día hermoso.
Por el simple hecho de
que es sábado
y apenas llueve,
hoy podría ser
el más hermoso de los días.
Pero falta elegancia.
A la hora de la verdad.
A la hora punta del vendaval,
en qué han parado
los obradores y
toda la equitación aprendida.
De qué sirvieron
las tardes en los salones
de piso limpio.
De qué todas las carpas,
con ceremonias dentro.
Y aquel linaje, aquellos emblemas...
Y qué me dices del
tiempo invertido
en las terrazas
que saludan
al río Hudson.
Ahora, tú,
lo de Ray Charles.
Yo,
la circonita.
Tú, el plano de Marrakech
bien doblado,
y yo,
qué más meto.
Qué más puedo meter
si apenas me queda sitio.
Las postillas.
Que no se me olvide
la sangre sólida, cuajada y
ruin,
de tanto morderme
los labios.
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