lunes, 2 de diciembre de 2013

Blanqueamiento Dental

  
   Como en Bizancio en la cocina de mi casa se dirimen asuntos de lo más mollar. Desde la conveniencia o inconveniencia del uso de pesticidas hasta quién debe ocuparse de esta o aquella tarea, si el hombre o la mujer, pasando por lo duro que es, en general, el invierno. Mi vecino y sin embargo amigo Paco, frunce el ceño cuando trae algún tema precocinado de casa. Esta vez se ahorró tal cáliz y rompió el hielo, vale que, a lo mejor, un poco a vuelapluma, sin sospechar lo que se le venía encima. Nos puso al día del Canon en cuanto a blanqueamiento dental. Según mi vecino y sin embargo amigo Paco uno no se debe blanquear los dientes más allá de su propio blanco de ojos. A mi mente calenturienta, que para estas cosas tiene una especie de automatismo, algo así como una válvula que abre a lo agrio y cierra al decoro, le dio por imaginar unos ojos inyectados en sangre. En ese caso ¿qué? ¿Igualamos ambos tonos? ¿Convertimos al resignado paciente en un ser de ultratumba por no salirnos de la métrica? Pero no se lo dije. En vez de eso para animar la contienda recurrí a un argumento falaz. Me pertreché en la idea de que quien da indicaciones a su odontólogo para que le calque el blanco de ojos está siendo artificial por partida doble. En primer lugar se blanquea la dentición y en segundo oculta a los otros que se la ha blanqueado. En cambio quien se pasa, digamos, tres pueblos, está siendo sincero o sincera con el mundo de algún rocambolesco modo. Ni que decir tiene que mi vecino y sin embargo amigo Paco saltó como un resorte ante semejante razonamiento cutre. No se podía hablar en ningun caso de sinceridad, porque faltaba el elemento de buena fe. A lo que yo añadí que, sea como fuere, el blanqueamiento excesivo no era ni más ni menos artificial que el afeitado de barba puesto que ningún semoviente se afeita excepción hecha del ser humano. A mayor abundamiento es requerida en esta operación un "artefacto" fruto del "artificio sapiens" y de ahí su "artificialidad". Me vi incapaz de hurgar más en la llaga  porque la cara atónita de Paco me hizo reir tanto que me entró dolor de barriga. Lo cierto es que, a lo tonto, mi payasada se sostuvo, en vibración baja, como una neblina dentro de mi cráneo e hizo las maletas a otras áreas del mismo. Los casos de corrupción de ahora son tan poco meticulosos, tan largos, tan zafios, tan desahogados que tal vez examinando el tono dental de la Infanta sepamos si pretende tomarnos el pelo una vez o, por el contrario, dos.

1 comentario:

  1. Busquemos muchos temas como el de Cuál es el mejor tratamiento para el blanqueamiento dental ya que así seremos muy felices en poder encontrar todo lo que nos gusten.

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