Con la toca llena de niebla,
cubres la distancia
entre mi sangre y tus alhajas.
El grillete del azul del mar
te ha traído hasta mi.
Hasta Lima
.
Me adiestré
en tus objetos.
Me enseñaste a arañar las acacias.
Los aromas.
Me hablaste de los aromas
y alzaste el velo
tras el que palpitan
los vertebrados.
Ahora
circunvalo tu tiempo
que sabe a hoja de avena,
a cigarra,
a chispa de los Andes
y a pan horneado.
Soy un afluente tuyo
sin el recuerdo
de una época
en la que no te tuve.
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